04-12-18
Surf nomad
Roaming the globe with a surfboard and a laptop, crafting digital stories that ride the wave of surfing culture.
Sabemos que una de tus pasiones es el surf. Pero, ¿alguna vez te has interesado por conocer su origen en profundidad? Muchos piensan que el origen y nacimiento del surf se remonta hace aproximadamente 2000 años en Hawaii o las islas de la Polinesia pero es posible que no sea del todo de esta manera.
De hecho, no existe un verdadero consenso alrededor de este acontecimiento, puesto que ya sabemos que la comunidad científica y las raíces antropológicas en ocasiones chocan entre sí, pero es interesante conocer todas las teorías, por lo menos para nunca abandonar la sed de conocimiento.
Desde Perú, se sostiene que civilizaciones precolombinas ya practicaban en cierta manera este deporte. Según las antiguas tradiciones de estos pueblos, los dioses enseñaron a los habitantes primitivos a lanzarse al mar en unas rudimentarias embarcaciones llamadas “caballitos de totora”, y no lo hacían solamente para pescar o hacer expediciones marítimas, sino que también lo podían practicar por diversión.
Existen algunas evidencias que pueden demostrar que en balsas similares a éstas, estas antiguas civilizaciones pudieron llegar hasta Oceanía y las islas de la Polinesia en concreto, para poblarlas o para comerciar con ellas. En este punto es dónde se genera un gran debate, puesto que la mayoría de las teorías antropológicas sostienen que ocurrió al revés, que fue desde la Polinesia desde donde se pudo llegar al continente Sudamericano.
Pero debates científicos aparte, pasemos a hablar de estas embarcaciones, y por qué pueden tener parentesco con el surf actual. Los caballitos están fabricados con los tallos y las hojas de esta característica planta llamada totora, una planta acuática que crece a lo largo de la costa peruana. Ya desde antes de los incas, es decir hace 5000 años, se construían estas embarcaciones pero eran conocidas por los muchicas como “Tup”.
Con la conquista española, cuando al ver la habilidad con la que los nativos montaban estas embarcaciones, se las pasó a denominar caballitos. Colocadas en vertical, miden entre 3 y 4 metros de altura, y pueden llevar en su interior casi 200 kilos de carga, lo que supone una gran ventaja para la pesca. Pero, aparte estos kilos también eran utilizados por los antiguos habitantes de Perú para una vez adentrados en el mar, rendir ofrendas y culto al mar.
En algunas playas del litoral de Perú, en especial en el Balneario de Huanchaco, situado al norte del país estas balsas se continúan utilizando para surfear las olas. Generalmente, un caballito tiene una vida de un mes, pero aún continúan en activo expertos en su reparación y mantenimiento que tratan de mantener una tradición y flota que cada va disminuyendo.
También, estas embarcaciones se siguen construyendo actualmente de manera artesanal, tejidas a mano por artesanos y pescadores mediante una técnica ancestral, transmitida de generación en generación.
Si lo comparamos con el surf que conocemos, es indudable que tiene muchas similitudes. Montar en estas embarcaciones no es tarea fácil. Se necesita fuerza, equilibrio y destreza para manejar el remo, llamado “guayaquil”.
Pero, sigue siendo una incógnita si realmente el surf como actividad lúdica surgió en Perú o en Hawaii. En este último lugar, la aristocracia indígena resistió y contribuyó desde finales del siglo XIX a recuperar el surf en tabla como actividad deportiva. En Perú, las condiciones de miseria que atravesaron desde la conquista española los descendientes de los antiguos surfistas de caballitos de totora impidieron mantener y desarrollar este “surf” como una actividad de diversión o deportiva.
Actualmente, las olas que ofrece el país andino son conocidas a nivel mundial. En concreto, es muy probable que conozcas la ola de Chicama. Se trata de la reina de las olas kilométricas. En condiciones adecuadas, es la ola izquierda más larga del mundo, porque se pueden llegar a surfear más de 2 kilómetros de ola. En este escenario, se han dado récords mundiales de distancia recorrida, tiempo y maniobras.
Esperemos que la incógnita con el paso del tiempo acabe por solucionarse. Mientras tanto, nosotros te invitamos a que visites Perú, un país de contrastes y grandes olas en el que todavía perdura la herencia cultural de las antiguas civilizaciones. Desde el gobierno peruano, respecto a los caballitos de totora, como medida de protección ha decidido declararlos Patrimonio Cultural de la Nación.